Etiquetas
En una forma indirecta, ya hicimos referencia al bosque de Sherwood en el artículo de Hacking Hood. Pero el síndrome de Sherwood es otra cosa.
El Síndrome de Sherwood es el nombre de un trabajo final de un máster sobre políticas públicas de seguridad aplicables para acabar con el fenómeno antisistema/okupa en el distrito de Gràcia (Barcelona).
(Puedes ver el documento completo clicando AQUÍ; cortesía de No Somos Delito)
Contiene perlas como las siguientes:
- La ‘redada’ estará especialmente mal hecha y con trato humillante para encender más los ánimos, si es necesario.
- La consecuencia previsible de estos comportamientos previos y el diseño del dispositivo policial, es que acabará con una ‘batalla campal’.
- Además de la estrategia previa, en cuanto algún grupo descontrolado empieza las acciones violentas, las unidades de policía ni se mueven, y cuando la violencia empieza a ser generalizada, la actuación policial se retrasa deliberadamente hasta que los daños producidos son socialmente inaceptables. Es entonces cuando se producen las cargas policiales que en ningún momento quieren ser disuasorias, no se disimula.
No hay que ser un avezado analista para darse cuenta de que lo que se trata es de convertir un problema social en un problema policial. Ni tampoco hace falta ser un fino observador de la realidad para ver que se dan procesos similares en algunos barrios de Madrid; por ejemplo, en el de Tetuán.
Lo que ya cuesta un poco es darse cuenta de que esto conduce al derecho penal del enemigo… pero esa es ya otra historia…
Vídeo: Toma la Tele
¿Está pasando algo de esto en tu barrio o en tu pueblo? Nos gustaría conocer tu opinión en los comentarios.
El uso legítimo de la violencia es prerrogativa del Estado, ya lo dijo Weber. Pero no como algo positivo o para ponernos a saltar de gusto, sino para saber lo que le estamos entregando a ese gran cuerpo al que casi siempre, lamentablemente, le falta una buena cabeza y mucho corazón.
Afortunadamente, la ciudadanía está empezando a utilizar otras herramientas (que no armas) para defender sus derechos. El arco de Robin Hood está siendo sustituido por la cámara digital de los teléfonos móviles.
Recientemente, una streamer ha podido sentar en el banquillo de los acusados a dos policías que presuntamente la agredieron.
Estas cosas que aquí describes parece que se den más en ciudades muy grandes. No tiene por qué, pero me parece a mí que en las provincias no lo vemos tanto.
En Zaragoza lo que sí hay es un caso clarísimo de desobediencia civil. De él hablé en mi blog un día. Te dejo el enlace para que hagas memoria.
http://lascuatropiedrasangulares.wordpress.com/2014/02/21/en-compania-de-un-perroflauta/
Bien, pues este hombre sigue en sus trece aun después de haber sido llevado a juicio, finalmente fue absuelto.
En los pueblos y ciudades pequeñas lo que se suele haber es tal serie de intereses creados (puedes llamarlo caciquismo, tráfico de influencias,…) que, en la práctica, es casi imposible que nadie se mueva por temor a perder alguna de las prebendas que hay repartidas.
Afortunadamente, casos como el de Gamonal o como el que tú apuntas hacen que haya esperanzas de que las cosas pueden funcionar de otra manera.